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Video Porno Amateur : Esposo cornudo encuentra a su mujer con otro hombre
Esposo cornudo encuentra a su mujer con otro hombre
Como todas las noches, Esther llegaba del trabajo con el cansancio en la espalda y toda la pesadez de la ciudad sobre sus hombros, llegar y colocar la cena en la estufa, encender la televisión para apaciguar la soledad que se esfumaba cuando siempre se demoraba en llegar Arturo el amigo que le acompañaba en la aventura de vivir en la atestada ciudad de París, después de cenar y esperar que la bañera se llenará, para por fin tomar un baño y calentar los dedos, descansar las piernas y quitarse la horrible, fatiga del trabajo; entrar a la habitación y sacar unas bragas limpias, un sostén que haga juego con el color púrpura de esas bragas, la bata blanca y sacarse los zapatos, por fin descansar.
La bata que cubre el fino cuerpo de Esther, siempre ha sido una mujer pequeña, con un cuerpo que esconde sus contornos por esa inseguridad de colegiala que nunca pudo quitarse, sus piernas robustas que culminan en un par de nalgas bien proporcionadas, una cintura que se vuelve esbelta, subiendo por una espalda pequeña, un cuello fino, como el de un cisne parisino, tentar el agua con la punta del pie, calando su calor entre vapores que hacen que el baño se parezca más a un sauna, al introducirse de poco en poco en el agua, inundando su cuerpo, mojando cada parte, abrazando sus poros.
Ahora es tiempo se dice para sus adentros, ese momento en que recuerda a ese atractivo parisino que le coqueteaba con la mirada en un recóndito café, ese mismo parisino que en un arrebató de pasión y de locura le arrancó las bragas púrpuras, besándole los pechos, introduciéndole en embestida la verga, frotándola entre sus nalgas, sin ningún pudor, en una sucia habitación en un recóndito lugar de París, ese fuego se hace presente entre recuerdos; su piel recuerda cada caricia, cada beso y por donde una lengua se atrevió a pasar, sintiendo el salado mar de mujer.
Esther sin más preocupación se atreve a rememorar esa sensación, entre abriendo las piernas, rozando sus labios, estrujando sus pecho pequeños, erectando sus pezones, al final la casa es suya, Arturo siempre llega tarde, no es necesario la prudencia, como siempre hace, dejar la puerta entre abierta de baño, al final siempre llegara tarde, se entrega arrebatada por la pasión y la lujuria de su entrepiernas, introduciéndose los dedos en su sexo, como lo hacía el parisino, embistiendo su vulva con el recuerdo de esa verga, gimiendo como en aquella ocasión, pero todo es diferente, para en estos momentos.
Mientras Esther se encuentra en la ducha, quien es, quien entra por primera vez temprano, Arturo que por obra de la fortuna llega por primera vez temprano, pero todo es distinto que parece igual, los platos de Esther en la mesa, el silencio apagado por la televisión encendida, sólo toma un poco de agua, hoy no quiere cenar, pensando que Esther esta dormida y que el reloj siempre siguió su curso y que llego como siempre a la hora que ella duerme decide tomar una vieja baraja para pasar el rato con un juego de solitario, entra por el pasillo y ve la puerta del baño entreabierta, se acerca para cerrarla, pero que le interrumpe ese movimiento, un ruido, una sensación que bien se conocen los hombres cuando escuchan una voz entregada a la lujuria, sólo se detiene, escucha a Esther con su imaginación entretenida por la imagen del parisino penetrándola, Arturo decide escuchar y ver por entre la abertura de la puerta, las piernas abiertas y las manos recorriendo a Esther...
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