Desde Argentina les traemos este buen video de un pete en el auto... Sexo oral en el coche de esta pendeja Argentina... Excelente video amateur, mamada espectacular al volante!
Una gomera y petera bien puta y trola que le encanta chupar la verga de aquellos que la llevan a pasear en coche!
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Relato erótico de su novio : Mi primera vez en un auto
Aún no había pasado mucho tiempo desde la vez que había disfrutado con ella de una cita en un café que se alargó por horas sin que sintiera pasar el tiempo y que disfruté cada minuto, y es que hubo una atracción mutua desde ese día, hubo magia entre los dos, había algo en ella que me gustó desde el primer día y aún no sé qué es y que no había sentido antes, las pocas veces que habíamos podido estar a solas habían sido de caricias y besos que me hacían volver a mi adolescencia, momentos de calentura que no habían pasado a más que unas caricias indebidas, de más está decir que lo que teníamos era especial pero lo que voy a narrar fue algo que se escapad incluso de mi imaginación calenturienta.
Habíamos estado nuevamente pasándola bien en un café, las pláticas entre los dos siempre son muy amenas, ella es muy expresiva y graciosa cuando cuenta sus cosas y eso a mí me hace mucha gracia, me divierte y hace que la escuche con atención. Cuando la encaminé a su auto me propuso algo en vos muy baja, como en secreto: ¿Podemos estacionarnos más adelante un rato y me das muchos besitos ricos?, mi cabeza comenzó a darme vueltas buscando un lugar no muy concurrido y aprovechando que conozco muy bien la zona en segundos, casi como si hubiera tenido la respuesta preparada, le dije dónde. Llegamos y ella se estacionó tras de mi sin bajarse de su camioneta de vidrios oscuros, yo bajé de mi auto y subí a su camioneta donde apenas cerré la puerta ella se colgó de mi cuello y me dio el beso más apasionado que me había dado hasta entonces. Es una mujer muy bonita y bien dotada, morena, piernas y pantorrillas gruesas y un trasero bien formado, no necesitaba de mucho más para que yo respondiera de igual manera y los besos y caricias fueron subiendo la temperatura dentro del auto, besé su cuello y algo más, mis manos acariciaban todo su cuerpo y si algo quedaba sin que mis manos tocaran ella se encargaba de indicármelo guiando mis manos con las suyas y así fue como llegué a darme cuenta de la diminuta tanguita que estaba usando en esa ocasión, cuando ella condujo mi mano por debajo de su pantalón hasta sus nalgas. Reclinó su asiento hasta quedar completamente acostada llevándome sobre ella con sus brazos alrededor de mi cuello, la palanca de velocidades de la camioneta era un estorbo entre los dos pero por ella hubiera sido capaz de arrancarla (afortunadamente no fue necesario) y en unos instantes yo estaba completamente sobre ella que abrió sus piernas para recibirme y comencé a besarla como había querido desde que estábamos en la cafetería, con besos indecentes como ella les dice, librando una batalla con nuestras lenguas en los labios, luego besé su mejía, cuello y de muy buena gana fui bajando por el escote de su blusa sin poder alcanzar lo que quería porque su blusa y el sostén aún se interponían entre mis deseos y yo, fue entonces que ella intervino y en unos segundos el sostén estaba en el asiento de atrás ¡sin quitarse la blusa! y sus dos preciosidades aparecieron libres frente a mí y las cubrí con mis manos… bueno, una de ellas porque la otra la cubrí con mi boca. Ella jadeaba, su respiración estaba alterada, sus uñas querían arrancarme la piel de mi espalda, si no hubiera sido por mi camisa, movía sus caderas como si estuviéramos haciendo el amor, yo tenía una erección como para competencia y podría decir que casi sentía su vagina como si no tuviéramos ropa, yo creí que las cosas no pasarían de ahí como en otras ocasiones y entonces entre gemidos ella me dijo al oído “hazme el amor”… ¡ahí en su carro!, que aunque todo tenía vidrios oscuros el parabrisas era muy claro y si alguien se quedaba observando detenidamente habría visto más de lo debido, por otra parte su pantalón era el mayor obstáculo, ¡como deseaba que hubiera andado en falda!, veía difícil la manera de poder hacerlo sin quitárselo completamente. Tenía que improvisar algo, busqué por todos lados y así tomé una manta que providencialmente ella andaba en la parte de atrás de su camioneta, y me esforcé por cubrir el vidrio con ella, me tardé un minuto que se me hizo eterno pero cuando volví al asiento de atrás donde ella me esperaba me di cuenta que el esfuerzo había tenido su recompensa: ella solo tenía puesta su blusa y su tanga, sin el pantalón y sin el sostén que se había quitado hacía un rato, estaba prácticamente desnuda, para entonces ya había oscurecido un poco, pasaban de las seis de la tarde pero podía ver sus lindas piernas que superaban mis expectativas, nunca antes la había visto así, con sus grandes ojos medio cerrados por el deseo, recostada en la puerta derecha de atrás, su pierna derecha descansando en el asiento, su pie izquierdo en el piso y sus brazos extendiéndose hacia mí como queriendo alcanzarme, aquello era mejor que cualquier fantasía que pude haber imaginado. Desabroché mi pantalón, me lo bajé un poco y me recosté sobre ella con mis codos sobre lo poco que quedaba libre del asiento, y haciendo a un lado su diminuta tanga la penetré una y otra vez, a veces lento a veces rápido, haciendo círculos con mis caderas, ella gemía y tuve que silenciar sus gritos con un beso, ¡ estábamos haciendo el amor en plena vía pública !, los dos estábamos empapados de ahí abajo, creo que debimos haber mojado hasta el asiento, y eso me permitía penetrarla con mucha facilidad, quería comérmela de todas las maneras posibles, a besos, caricias y todo lo que se me ocurriera, ella presionaba su vientre contra mí impulsándose con las piernas y con sus ojos cerrados gemía suavemente en mi oído excitándome más de lo que ya estaba, yo quería alargar aquel momento lo más posible pero fracasé ante el roce de sus piernas con las mías, fracasé al sentir sus senos en mi pecho descubierto, fracasé ante sus gemidos en mi oído, fracasé ante sus besos y su lengua rozando la mía, fracasé ante sus manos acariciando mi espalda y a veces estrujando mi camisa, era demasiado en mi contra y antes de lo que yo hubiera querido fracasé explotando dentro de ella y entonces ninguno de los dos pudo acallar los gemidos de placer, eso que se siente cuando no solo se trata de sexo, ambos nos abrazamos con fuerza como queriéndonos fundir en uno solo, teníamos movimientos convulsivos, yo soltaba mis chispas en su vientre una y otra vez mientras ella me apretaba y me liberaba con su vagina, era un intercambio de placer hasta que me quedé quieto sintiendo su interior tibio y húmedo, con mis codos en el asiento para no incomodarla, si no había podido alargar el momento anterior por lo menos quería alargar ese momento de comunión entre los dos, ese momento en que cada uno es parte del otro, ese momento en que se podría acabar el mundo sin que importara, el momento en que nada más existe, solo ella y yo, cuando uno cree estar en el paraíso, en que uno quiere conservar su perfume por siempre y después de unos minutos así los dos nos incorporamos viéndonos con una mirada de complicidad por haber tocado juntos el cielo y no dejé de verla mientras ella se ponía de nuevo su tanguita y a tirones se subió el pantalón bastante ajustado, era una escena tan erótica que nunca se me borró de la mente y con una sonrisa me dio un beso con sabor a satisfacción. Nunca había tenido una experiencia como esa y estoy feliz de que haya sido con ella.
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