Lucia es una
chica amateur muy estudiosa, aunque no parezca en estas fotos. Su hobby es ser follada por el culo, con apenas 18 años y esa carita angelical, ya es toda una experta en el sexo anal.
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Hermosa nena
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Lucía relata un espisodio erótico familiar : Strip Poker en Familia
El lunes cada quien comenzó con sus actividades semanales, trabajos y estudios, eso ayudó mucho a que no hubiera tantos encuentros en la casa, pero la cena fue igual que las últimas comidas que tuvimos, silenciosas y tensas. Mi madre encendió el televisor y puso algún programa local para que al menos hubiera algo con lo que distraerse. Apenas pude me retiré a mi cuarto para no caer en la tentación y cometer alguna locura que pudiera enfadar a alguien. El estar otra vez sola en mi cuarto me evocaba todos los recuerdos sexuales que tan frescos estaban en mi mente, no tuve más alternativa que quitarme el pantalón y la tanga para comenzar a masturbarme intentando imaginar con la mayor claridad posible cómo me vería yo montada sobre la verga de mi padre y luego tal vez viniera mi tío y me la metería por la boca, la secuencia cambiaba según lo prefiriera pero no dejaba de tocarme y sentía la gran viscosidad de mis flujos vaginales cubriéndome los dedos, me estaba desesperando por la ansiedad, necesitaba algo de acción. Sin pensarlo me levanté de la cama y cubierta sólo por una remera blanca que no tapaba mi depilado pubis y que hacía resaltar notoriamente mis pezones, salí del cuarto y caminé por el pasillo hasta el baño con total naturalidad. Mi corazón dio un salto cuando mi hermano apareció por el lado del pasillo que daba a la sala de estar, quería que alguien de mi familia me viera desnuda pero en realidad no creí que esto ocurriría y mucho menos que se trataría de Eric. Intenté mantener la calma y lo saludé por la cabeza, él ni siquiera me respondió el saludo, estaba mirando fijamente mi conchita evidentemente mojada. Continué mi camino hasta el baño y me senté en el inodoro sin siquiera molestarme en cerrar la puerta, al parecer mis deseos se estaban cumpliendo aunque en parte me avergonzaba estar actuando de esta forma tan imprudente, mi hermano me siguió hasta el baño y se paró frente a mí. -Te estaba buscando –me dijo con evidente nerviosismo. -¿Para qué? –pregunté sin siquiera mirarlo a la cara, disimuladamente me fijé en el bulto que crecía en su pantalón. -Bueno para… -rascó su cabeza sin dejar de mirar mi clítoris, mantuve las piernas considerablemente separadas para que él pudiera verlo sin problema, mi corazón resonaba como un tambor- es que… -Dale Eric, ¿qué necesitabas? –lo apuré simulando enfado de hermana. -¿No podés hacer pis? –cambió de tema. -Con vos mirándome así no puedo. -¿Así cómo? -Como si yo fuera la mina que te querés coger en un boliche. -¿Qué hay si fuera así? –preguntó con torpeza. -No estamos en ningún boliche. -Me refiero a lo otro… a lo de coger –a pesar de su tez oscura se le notaba lo sonrojado que estaba. -¿Qué, vos estás en pedo? –exageré mi reacción porque realmente no me molestaba para nada que él quisiera cogerme, pero eso en sí era un poco preocupante. -No, es que… el sábado… vos me dijiste que te gustó… y yo pensé que quizás… -El sábado estaba borracha y era todo un juego –su pene no dejaba de crecer bajo el pantalón y yo luchaba contra la tentación de estirar la mano y tocarlo- lo que te dije no fue en serio.
-Creo que sí lo fue, además me mirabas todo el tiempo… y después, cuando me la chupaste al mismo tiempo que a papá era obvio que lo hacías con ganas. -Como te dije, estaba borracha, hacía las cosas sin pensarlas… vos se la metiste por la cola a mamá y… -Sí, pero lo hice porque yo quería hacerlo. A mi esa excusa de la borrachera no me va. El muchacho era lento pero no era tan estúpido como yo creía, mi corazón dio un brinco cuando escuché que él realmente quiso darle por el culo a su madre… a mí madre. En ese momento tiró de su pantalón hacia abajo y un oscuro y venoso pene apareció ante mis ojos. Estaba tan cerca de mi boca que podría besarlo con sólo llevar la cabeza un poco más hacia adelante. -¿Qué hacés Eric? –me hice la ofendida. -¿No querés chuparlo? -No te la voy a chupar Eric, no soy tu putita. Además todo el mundo nos puede ver. -Mamá y papá están en su cuarto y no creo que salgan en toda la noche –me dijo mientras se masturbaba lentamente. Un poco de líquido preseminal salió de la punta, a mí se me hacía agua la concha. No pude contenerme, mi mano izquierda actuó por voluntad propia, la levanté y agarré esa dura verga y comencé a estirar el prepucio hacia abajo y luego hacia arriba muy lentamente. -De todas formas también están Mayra y el tío. Nos pueden ver. -Entonces, si no pudieran vernos ¿me la chuparías? –la piel de su miembro estaba seca y muy suave, mi traicionera mano derecha llegó hasta mi clítoris y comenzó a masajearlo lentamente. -No dije eso, no te la chuparía aunque estuviéramos solos, sos mi hermano. -Eso no te importó mucho el sábado. -Sí que me importó, pero como te dije, era un juego Eric. Acaricié el glande con la palma de mi mano, su líquido preseminal se me pegó, no sabía qué hacer. Mi cabeza no reaccionaba, no podía pensar en nada por lo que me puse de pie dispuesta a volver a mi cuarto pero mi hermano se apresuró a tomarme por la cintura, su dura verga se hincó contra mi nalga derecha. -Esperá Nadia, yo sé que vos también querés. -No Eric, no quiero, ya te lo dije –mi boca decía una cosa y mi cuerpo hacía otra, moví mi cadera un poco y el glande quedó encajado entre mis nalgas, él empujó un poco hacia adelante y lo sentí chocar contra mi cerrado culito. -Si no querés ¿entonces por qué saliste desnuda de la pieza? -Porque después de lo del sábado ya me importa poco si me ven desnuda –eso era cierto- pero no quiere decir que vaya a hacer algo con vos, ya no jodas Eric. Había actuado sin pensar creyendo que mis locas fantasías no se harían realidad pero allí estaba mi hermano arrimándome por detrás, podía sentir su duro pene frotándose entre mis labios vaginales. Apretó uno de mis pechos con sus toscos dedos y me hizo doler. -Ay, tené cuidado, me hacés mal –me quejé- basta, soltame. Va a venir alguien y nos va a ver, Mayra puede estar en cualquier parte. -Sé perfectamente dónde está Mayra –me susurró al oído, su glande se las ingeniaba para apuntalarse contra mi agujerito vaginal, sería sólo cuestión de inclinarme un poco hacia adelante para que pudiera metérmelo, pero no le di el gusto. -¿Dónde está? -Vení, te voy a mostrar. Me tomó de la mano y me llevo hacia el fondo del pasillo, donde estaba el dormitorio de mi tío Alberto, su puerta estaba entreabierta, a él no le gustaba cerrarla ya que sentía que se asfixiaba allí dentro. Mi hermano me hizo una seña indicándome que mire hacia adentro y me acerqué temerosa por lo que podría encontrar. Mis temores se hicieron realidad en cuanto vi a mi tío sentado en el borde de la cama y a la pequeña Mayra arrodillada frente a él engullendo su erecto pene con total naturalidad, parecía que la muchachita estaba disfrutando mucho de ésta tarea porque su cabeza se movía rápidamente de arriba hacia abajo. No podía creerlo, ¿cómo habían llegado a eso? Pero conocía muy bien la respuesta a esa pregunta, al parecer ellos ya
habían roto esa barrera familiar que nos separaba del sexo, mi tío se veía muy feliz de tener semejante jovencita dándole una mamada y yo tenía a mi hermano manoseándome las nalgas y pellizcando los labios de mi vagina. Sin dejar de mirar hacia adentro estiré una mano hacia atrás y agarré la dura verga de Eric, comencé a acariciarla presionando firmemente, el pene de mi padre era el que más se metía en mis truculentas fantasías eróticas, pero también me imaginé más de una vez gozando con el de mi hermano. Di media vuelta y le señalé el pasillo a Eric, indicándole que avanzara, no quería hablar para no interrumpir la escena que se desarrollaba en el cuarto de mi tío. Cuando estábamos pasando frente al dormitorio de mi hermano tuve un impulso, lo tomé del brazo y lo llevé hacia adentro, cerrando la puerta detrás de nosotros. -Hay algo que te quiero dejar bien en claro pendejo –él se asustó un poco por mi tono de voz- a mí no me gusta que me traten de putita ni que me estén diciendo barbaridades, tampoco me gusta que me peguen o me tiren del pelo –me miró intrigado como si no entendiera por qué le decía todas estas cosas- tampoco me gusta que hablen de mí diciendo cosas “tendrías que ver cómo le gusta coger a Nadia”, si algo de eso sale de tu boca, te olvidás de esto para siempre. En resumen, no me gusta que me dominen, yo hago lo que quiero cuando quiero, no voy a estar chupándotela cuando vos me lo pedís. Sos mi hermano y si querés que te la chupen gratis andá y pagá una puta o conseguite una novia. -Está bien, perdoname. No pensé que te ibas a enojar tanto… no fue mi intención –me sorprendió mucho que pidiera perdón, normalmente no lo hacía a no ser que mi madre lo obligara. -Creo que ya fui clara, pero te lo repito una vez más, te la voy a chupar pero porque yo quiero hacerlo, no porque vos me lo pidas –abrió grande los ojos. -¿De verdad lo vas a hacer? -Sentate en la cama antes de que me arrepienta –mi corazón latía tan deprisa como la vez en que él me la metió hasta el fondo de la vagina. Sabía que no debía estar haciendo esto y que debería irme a dormir a cuarto, lo cual me provocaba aún más morbo. Me puse de rodillas delante de él, estaba demasiado ansiosa, agarré su verga al mismo momento en que abría grande la boca y me la tragué tanto como pude, el sabor amargo en lugar de disgustarme me agradó. En cuando comencé a mover mi cabeza de arriba abajo dando decididas chupadas, mi ansiedad comenzó a disminuir. El estar mamando fue como un sedante para mí, poco a poco lo fui haciendo con más tranquilidad para disfrutar el momento, me sacaba ese duro miembro de la boca y le daba lamidas como si fuera una paleta helada. No dejaba de pensar todo el tiempo que se trataba del pene de mi hermano, ya que ése era el incentivo extra, la verdadera razón por la cual me lo estaba comiendo. Noté que mi hermano se movía y levanté la mirada para ver qué hacía sin dejar de chupársela y me sobresalté al encontrarme con su celular directamente apuntando hacia mí. -¡No pará! –Aparté el aparato con una mano- ¿Qué hacés? -Quería tener una foto de esto para… para cuando esté solo. -Si querés fotos para pajearte que no sean de mi cara. Imaginate todos los problemas que tendrías si alguien viera que tenés una foto de tu hermana haciéndote un pete. No seas tan pelotudo Eric. -Bueno, perdón. Dejó el celular sobre la cama y yo reanudé mi tarea, chupé sus peludos testículos y subí lentamente con la lengua hasta engullir su glande, todo lo hacía por instinto, me daba cuenta que a él le gustaba mucho lo que hacía porque no dejaba de jadear. Tenía que admitir que esto del sexo oral no estaba nada mal, debía sumarlo a mi repertorio sexual. Tenía ganas de decirle “Me encanta tu verga, me la comería todos los días”, pero mi orgullo de hermana me impedía hacerlo. No quería que él supiera qué tan loca me ponía ese erecto y firme cilindro de carne. Mientras cabeceaba una y otra vez comencé a masturbarme, él desde su posición no podía ver lo que ocurría pero el viscoso ruidito que provocaban mis dedos al frotarse rápidamente contra mi clítoris me dejaban en evidencia, no me importo, en parte quería que él supiera que me estaba pajeando delante suyo. Después de estar un tiempo considerable haciendo esto, me puse de pie. -¿Vos querés fotos para masturbarte cuando estés solo? –Miró al piso avergonzado pero al final asintió con la cabeza- entonces podés sacarme algunas, pero con la condición de que no se vea mi cara.
Me quité la remera quedando completamente desnuda, con mis grandes tetas sacudiéndose con cada movimiento que hacía. Eric me miró petrificado, seguía con la pija bien dura y sus ojos no daban abasto, no sabía si mirarme los pechos o la conchita, le hice una seña con la mano para que se apurara y él tomó torpemente su teléfono, de inmediato lo apuntó hacia mi entrepierna y tomó un primer plano de mi rajita mojada. Separé un poco más las piernas para permitirle tomar mejores fotos, me puse a pensar que si hubiera descubierto a mi hermano masturbándose con alguna fotografía mía lo hubiera asesinado pero todo lo que había pasado el sábado de Strip Póker me había dejado una incontrolable y morbosa calentura. -¿Puedo sacar una foto de tu cola? -¿Te gusta mi cola? –pregunté como si no supiera la respuesta. -Sí, me gusta mucho –él me miraba como un cachorro al que le están por dar un hueso para roer. -¿Qué fantasearás con mi cola? –la pregunta fue más para mí que para él, pero de todas formas me daba curiosidad saberlo. -Muchas cosas. -¿Cómo cuáles? Contame –le pedí mientras me ponía en cuatro patas sobre el colchón apuntando mis blancas nalgas hacia él- ¿Qué me harías en la colita?- estaba descontrolada, ni yo daba crédito a mis propias palabras. -Lo mismo que a mamá –su respuesta hizo que mi cabeza volara a un mundo de lujuria y fantasía; abrí mi colita con las manos y permití que él fotografiara a gusto mi agujerito- ¿Alguna vez te la metieron por el culo Nadia? –hubiese asesinado a mi hermano si me hubiera preguntado eso tan sólo una semana antes, pero no reaccioné de esa forma. -Nunca me la metieron por ahí, una vez un ex novio lo intentó pero no lo dejé. -¿Por qué no lo dejaste? -Porque la tenía chiquita, si me la iban a meter por el culo quería una verga bien grande –esto era mentira, el verdadero motivo fue que me asusté pero esto Eric no lo sabía y mi boca quería decir barbaridades para que todo mi cuerpo reaccionara. -¿Una grande como la mía? –el chico no era tan tonto, había captado la indirecta. -Podría ser… o como la de papá –estaba confesando que quería que mi viejo me rompiera el culo, esto me excedía completamente pero no podía detenerme- ¿te gustó metérsela por la cola a mamá? -Sí, me gustó mucho. Lo más lindo fue que al principio no quería entrar, pero cuando entró fue increíble, mamá tiene un culito muy lindo –me ponía más cachonda escucharlo hablar de esa forma de mi madre; me giré acostándome boca arriba, con las piernas bien abiertas- el tuyo también me encanta. -Vos te debés hacer muchas pajas –no fue una pregunta, me parecía algo obvio- ¿alguna vez te pajeaste pensando en mí? –abrí mi conchita con los dedos no sólo para que él pudiera fotografiarla sino también para incentivarlo a contestar. -Sí, muchas veces –confesó avergonzado. -¿Y qué pensabas? ¿Qué querías hacerme cuando imaginabas esas cosas? -Te… te quería coger y te quería chupar las tetas, cuando te la metí el sábado casi me vuelvo loco, fue un sueño hecho realidad –se acercó más a mí, tanto que su verga quedó casi apoyada sobre mi vulva, yo me estaba perdiendo en la calentura y me costaba horrores contenerme. -¿Cómo querías cogerme, de qué forma? -Metiéndote la verga, ¿acaso hay otra forma? –me dieron ganas de putearlo porque me estaba sacando del juego pero intenté mantener la calma y redirigirlo. -Hay muchas formas de meterla –le acaricié el glande con la yema de mis dedos sin dejar de tocarme la vagina con la otra mano- ¿cómo lo imaginabas vos? -Bueno, te imaginaba acostada con las piernas abiertas y me pedías que te la meta. -Pero sabías muy bien que eso no podía pasar –le dije mientras apuntaba hacia mi agujerito su dura verga. -De todas formas a mí me gustaba imaginarlo –permití que la punta de su miembro se enterrara en mi vagina lentamente, suspiré cuando todo el glande estuvo dentro. -Esto es para que puedas sacar una foto, así vas a tener algo con qué imaginarte mejor la situación –Eric se apresuró a tomar una foto de su pene perdiéndose en mi interior pero no le di más tiempo del necesario, la saqué y rápidamente me puse de rodillas en la cama- ¿creés que con eso ya vas a tener suficiente? -Sí, gracias hermana, sos la mejor. La mejor hermana del mundo. -Prometeme que nunca se las vas a mostrar a nadie, ni a tus amigos. -Te lo prometo, esto no lo va a ver nunca nadie. -Solamente vos, mientras te pajees –me sentía actriz porno pero con qué naturalidad me salía todo, acaricié una vez más su verga- ¿de qué otra forma imaginabas metérmela? -Este… te imaginaba a vos arriba mío, pero estabas agachada… -¿Agachada cómo? No entiendo.
-Es decir, yo estaba acostado –lo empujé presionando su pecho hasta que no tuvo más remedio que acostarse boca arriba. -¿Así? -Sí y vos te ponías como una rana arriba mío. -¿Como una rana? –ahora entendía mejor lo que él intentaba decirme, me puse en cuclillas manteniendo las plantas de los pies en el colchón y las rodillas flexionadas, su erecta verga había quedado justo debajo de mi abierta conchita -¿así? -S.. sí, así –tartamudeó- y vos bajabas hasta que te la metía entera. -Eso no está bien Eric, no me entraría toda de una vez, la tenés muy grande –sus ojos parecían dos platos, no dejaba de mirar mi entrepierna y la peligrosa cercanía que tenía ésta con su pene- deberías haberme dicho que me la metías de a poquito, hasta que me entrara toda –de pronto me hacía la sexóloga con mi hermano cuando yo apenas tenía más experiencia que él –fijate bien- le dije al mismo momento en que bajaba y su glande se enterraba suavemente en mi agujerito- ¿sentís como que hay algo que te detiene? -Un poco… pero parece que se estuviera abriendo. -Eso es porque me estoy dilatando –bajé un poco más y sentí la rigidez penetrándome- acordate siempre de esto cuando estés con una mujer, no intentes clavársela de una vez, a muchas nos gustan los jueguitos. -Nunca me imaginé que tu conchita sería tan linda, Nadia. -¿Te gusta? –Me froté el clítoris- ¿así era como imaginabas cogerme? -Sí así, en esta misma posición –mené mi cadera provocando que el pene siga enterrándose lentamente, mi pecho palpitaba de puro gusto. -Pero yo la tenía metida hasta el fondo, ¿cierto? –Continué bajando hasta que mis nalgas chocaron contra sus testículos, ya no podía meterla más- ¿sabés una cosa? Nunca me habían metido una verga tan grande. -¿Y te gusta? -Me encanta, está muy bueno. No sólo porque es larga sino porque también es ancha, eso hace que se me dilate mucho –recorrí con mis dedos los tirantes labios internos de mi vagina- acordate que eso te va a conseguir muchas mujeres –dije moviéndome lentamente en círculos. -Esto es tal cual lo imaginaba –mientras hablaba acariciaba mis pechos- nunca pensé que pudiera verlo –su verga parecía palpitar en mi interior- la tenés muy abierta… -Cuando te pajeabas pensando en esto ¿yo me movía mucho? –Asintió con la cabeza mirándome a los ojos- ¿algo así- aceleré el movimiento de mi cadera y mi respiración comenzó a agitarse. -Sí así. -¿También lo hacía de arriba abajo? –Asintió una vez más- ¿De esta forma? – me levanté haciendo fuerza con mis rodillas y sentí el pene deslizándose en mi vagina, luego bajé de golpe y éste se me clavó una vez más hasta el fondo, repetí la acción una vez más. -Sí, pero más rápido –me dijo tomándome de la cintura. -¿Así de rápido? –Pregunté al mismo tiempo que comenzaba a dar saltitos sobre su larga verga, ésta salía casi completa de mi conchita y volvía a entrar rápidamente- ¿así te gusta? –jadeé sin dejar de moverme. -Sí, me encanta. Lo hacés muy bien. Mis tetas saltaban descontroladamente, yo cerré mis ojos y tiré la cabeza para atrás, no podía detenerme y no podía dejar de gemir, me estaba cogiendo a mi hermano, definitivamente lo estaba haciendo y me encantaba. Aceleré mi frenética danza todo lo que pude, mi vagina sufría por el tamaño que tenía ese pedazo de carne pero era un sufrimiento placentero que me hacía delirar de placer. -Tomá, filmalo –le dije alcanzándole su celular- pero que no se me vea la cara… y no hables. Él me hizo caso, rápidamente programó el aparato para que grabara la secuencia y apuntó el lente a mi entrepierna, procuré no gemir mucho para que no se notara que era mi voz pero no dejé de moverme como loca, le pedí que lo filmara porque me daba mucho morbo y además yo misma quería tener un recuerdo de la primera vez que me cogí a mi hermano, al menos de forma oficial. Mi vagina salpicaba jugos mientras el pene la castigaba, el video seguramente duraría una buena cantidad de minutos porque no pensaba detenerme, todo dependía de cuánto pudiera aguantar mi hermano, pero él no se movía en absoluto, tenía ganas de pedirle que lo hiciera pero no quería dejar mi voz registrada en la grabación por lo que agregué un vaivén a mis saltos, cuando tenía toda la verga adentro me sacudía durante unos instantes de atrás hacia adelante. Sólo cuando estuve segura de que él había dejado de grabar me bajé, dejando que mi conchita descansara por unos
segundos, estaba increíblemente mojada, eso era algo que me avergonzaba un poco pero no podía evitarlo. Se trataba de una reacción natural de mi cuerpo, lo antinatural era estar cogiendo con mi propio hermano. Me puse en cuatro y apunté mi cola hacia él. -Dale, metemela –le supliqué; él se posicionó detrás de mí sin perder tiempo y apuntó su glande a mi agujerito trasero- no, por el culo no- pero él hizo caso omiso de mis palabras, comenzó a presionar hacia adentro, la gran lubricación que le había brindado mi vagina le estaba facilitando mucho la tarea, con una mano se aferraba a una de mis nalgas y con la otra apuntaba su estaca hacia mi cuevita virgen- ¡Ay! No Eric, me lo vas a romper. -Vos dijiste que querías una verga grande como la mía –me estaba haciendo tragar mis propias palabras. -Dije que tenía que ser grande, pero no dije que tenía que ser la tuya –intentó meterla una vez más pero mi orificio se resistía- ¡No Eric, pará! Me vas a lastimar –intenté apartarme pero él me tomó rápidamente de un brazo, mi fuerza física no podía competir con la suya- basta te digo, me vas a hacer enojar –todo el lindo momento vivido se estaba yendo al garete, me quejaba pero intentaba hacerlo con susurros para no alterar a toda mi familia, el pene seguía presionando peligrosamente mi ano una y otra vez- no va a entrar, salí te digo. -Vas a ver que te va a gustar, a mamá también le dolió al principio pero se la aguantó. -Pero yo no soy como mamá… ¡Ay! –esta vez sentí miedo de verdad, el glande había logrado hincarse en mi culito, lo hizo de golpe, como si fuera un tapón demasiado grande que se introduce en el pico de una botella- ¡Ay no, no! Soltame Eric, por favor, me estás haciendo mal. En ese momento retrocedió hasta sacarla completa, sentí un leve alivio porque creía haberlo hecho recapacitar pero de inmediato me demostró lo equivocada que estaba, volvió al ataque y me lo clavó otra vez, mi ano se abrió para dejarlo pasar pero sentí una aguda punzada de dolor. El muy desgraciado me estaba tensando el brazo hacia atrás y apoyó su mano derecha contra el centro de mi espalda, obligándome a levantar más la cola. Este tipo de comportamiento me hubiera puesto como loca en otro momento, detestaba que mi hermano abusara de su fuerza para someterme pero esta vez era muy diferente, estaba demasiado excitada y hasta sentir un pene entrando dolorosamente por la puerta de atrás me producía un intenso calor que recorría todo mi cuerpo. De todas formas continué luchando para intentar zafarme, pero me era imposible, esa verga dura como roca seguía hundiéndose en mí como si no le importara en lo más mínimo si mi culito podría albergarla o no. Eric la sacó una vez más pero ya sabía lo que se vendría por lo cual procuré relajar un poco el esfínter, esta vez la penetración fue más limpia y profunda, creía tener al menos la mitad de la longitud total de su pene adentro. -Por favor hermano, me duele –supliqué entre jadeos- otro día probamos, hoy no… si querés metemela por el otro lado –intenté negociar con él. -Vas a ver que te va a gustar –insistió; acto seguido me tomó del pelo- vas a disfrutar como una putita- esto me enfadó todavía más. -¡No basta, te estás pasando Eric! Te dije que eso no me gusta, soltame el pelo. Pero él no escuchaba mis palabras, volvió a retroceder e inició un lento bombeo que me produjo una sensación inesperada, era extraño, como si mi culito quisiera deshacerse de esa verga que me producía dolor pero a la vez me gustaba la forma en que ésta entraba mientras me esforzaba por sacarlo. El movimiento siguió y ese tieso pedazo de carne se deslizaba con rapidez, estuve a punto de gritar de bronca y dolor cuando sentí algo húmedo y tibio llenándome las entrañas. Había acabado, al parecer no pudo aguantar más y eyaculó dentro de mí, creí que ya se había terminado todo pero aún quedaban largos segundos de sufrimiento, su pene no dejaba de escupir semen directamente dentro de mi culito. Cuando por fin la sacó me giré y quedé acostada boca arriba sobre la cama jadeando con fuerza e intentando recobrar el aliento, lo miré con el ceño fruncido y él parecía sorprendido y asustado. -¡Lo arruinaste todo, pelotudo! –me quejé mientras me sentaba en la cama- como siempre, cada vez que hacemos algo, vos lo arruinas todo –comencé a darle golpes en su pecho cubierto por finos pelitos negros pero éste era tan firme y mis brazos tan débiles que ni siquiera hizo una mueca de dolor- ¡Te odio Eric, sos un pelotudo! Tan rápido como pude me puse de pie y salí de su cuarto, caminé directamente hacia el baño y abrí la ducha, me sentía sucia tanto física como emocionalmente, me metí bajo la lluvia tibia y mi cuerpo reaccionó al instante, sabía muy bien que todas esas quejas a hacia mi hermano habían sido exageradas, producto de mi orgullo, no estaba tan enfadada con él, sólo un poco
molesta porque no me hizo caso cuando le pedí que no me la metiera por atrás, pero debía admitir que los últimos instantes no me pareció tan malo. Me molestó su forma de actuar pero físicamente lo disfruté, me sentía confundida y obnubilada, comencé a masturbarme lentamente rememorando en mi mente todo lo que había pasado intentando pasar por alto la pelea, me centré sólo en la parte física. Mi cuerpo reaccionaba de forma diferente a mi mente, mis dedos parecían poca cosa al lado de la verga de Eric, hasta llegué a pensar en ir a buscarlo otra vez pero mi orgullo me impedía hacerlo, ya le había gritado y ya había montado todo un escándalo, no podía retractarme tan fácil, de hecho no lo haría durante varios días, ya me conocía, aunque en este momento comprobaba que ni yo misma me conocía tanto como pensaba, no podía creer que hubiera accedido a coger con él por propia voluntad y el que él quisiera darme por el culo era más culpa mía que suya, yo había hablado de más y no podía enfadarme con él por ser tan bruto, además sabía perfectamente que la calentura podía llevar a uno a hacer y decir locuras. Él siempre me sometía con su fuerza pero ésta vez lo había hecho de una forma totalmente diferente… y me excitó, por más que me hubiera quejado durante todo el tiempo, no podía negar lo mucho que me había excitado con la situación. Llegué al orgasmo y me vi obligada a ponerme de rodillas en el piso del baño sin dejar de masturbarme frenéticamente. Minutos más tarde regresé a mi cuarto y encontré a Mayra durmiendo desnuda en su cama, estaba segura de que se había masturbado ya que podía ver la humedad en su sexo, la muy sucia ni siquiera se había levantado a lavarse pero no la culpaba, a veces yo misma hacía eso. Me tendí en mi cama e intenté desconectar mi mente, sin lograrlo. Concilié el sueño pensando en el sexo, especialmente en el sexo con los integrantes de mi familia, una de las últimas cosas en las que pensé antes de dormirme fue en la verga de Eric clavándose en mi culito y la varonil fuerza de sus brazos, si alguien en el mundo tenía que someterme, me agradaba que fuera él, aunque jamás lo admitiría.